Mis citas con Lao
Guillermo Saccomanno
De San Juan a Proust, de Dante a Simone Weil, de Thomas Mann a Anne Sexton, de Emily Dickinson a Derrida. La variedad de nombres resulta vastísima y supera este espacio. Del relato biográfico a la poesía, a la novela y el folletín libertino pasando pasando por el ensayo filosófico, Guillermo Saccomanno articula los fragmentos de un canon personal tan rizomático como exquisito.
Sabemos que toda lectura es una experiencia de desterritorialización donde lo subjetivo se filtra entre líneas construyendo un texto paralelo. Pero en este caso deja de ser una imagen interior para transformarse en pura ofrenda.
Yendo contra aquella sentencia que dice que el Tao que puede ser nombrado no es el verdadero Tao, Saccomanno pone palabras ahí donde la vivencia está condenada a desaparecer. Desconfía, por momentos, del acto de escribir, pero no puede dejar de hacerlo.
¿Se puede amar a partir de textos? Mis citas con Lao propone una reflexión: “el subrayado corresponde al orden de la marca y, por qué no, la yerra. Lo que está en juego, se dice, es el deseo. El amor a ella y el amor a los libros”. Doble lazo libidinal, entonces, que une a la literatura con una mujer. Doble acepción también: la cita como extracto y la cita como encuentro amoroso.
La lectura se convierte en anotación. Y a su vez, esta deviene literatura. Todo subrayado es una herida, pero también puede ser una laceración deliciosa.